Érase una vez, hace muchísimos años, que en un bosque había un castillo en el que decían que vivía una princesa llamada Yasmín que estaba encerrada.
Y todos se comunicaban con ella por carta. Las cartas que les escribían sus familiares se las daba un cartero llamado Jaime, que siempre iba con su uniforme y una bandolera donde llevaba las cartas para la princesa.
De pronto le entró la intriga de ¿por qué no podía salir la princesa de ese castillo?
Un día, cuando fue a llevarle unas cartas, se paró a hablar con ella y le preguntó:
-Princesa Yasmín, ¿por qué no puedes salir de este castillo?
Y ella le explicó su historia:
-Hace unos años vivía con mis padres en un gran palacio a las afueras de Galicia, y tocaron a la puerta, abrí y era el brujo Maison, me dijo que si no le entregaba las coronas de mis padres para apoderarse de Galicia, me pasaría una cosa terrible. Yo, como de costumbre, no le creí y al cabo de tres semanas, estaba por la calle paseando para ir a unas ofertas de una boutique, y me cogió un hombre con la cara cubierta y ropas deshilachadas y me llevó al castillo, me encerró, me dio ropa, comida y agua y preparó un hechizo para que nadie pudiera rescatarme. Pero mi abuela sabe un poco sobre brujería y me mandó una carta diciéndome que solo se puede deshacer el hechizo de una forma.
-¿Cuál? -dijo Jaime.
La princesa le respondió:
-En la cascada azul del bosque tiene que haber una piedra brillante en el río. Cógela, métela en el hueco de la cascada y se abrirá una puerta sobre ella, entras y ahí estará la llave.
El cartero sorprendido dijo:
-Pero, princesa Yasmin, ¿dónde está esa llamada cascada azul?
-Sigue tu corazón y la encontrarás -dijo la princesa Yasmin.
El cartero se adentró en el bosque inmenso y frondoso.
A lo lejos divisó un tramo azul, se acercó y era la cascada, buscó la piedra brillantte. Le costó un poco, pero lo consiguió al cabo de media hora.
Metió la piedra en el hueco y se abrió la puerta, entró y cogió la llave, fue al castillo, intentó abrir pero no pudo.
Jaime le dijo a la princesa que no podía abrir y la princesa le dijo que tenía que abrir un animal inteligente.
Jaime buscó por todo el bosque y encontró a un mono, cogió un plátano que tenía en su fiambrera y el mono siguió a Jaime. Llegaron al castillo. Jaime le dio la llave al mono y le dijo:
-Abre y te daré el plátano.
El mono abrió para recibir su premio y la princesa corrió hacia afuera y abrazó a Jaime.
La princesa le dio las gracias a Jaime y el mono le ayudó a los dos a salir del bosque.
Fueron al castillo de Yasmín y ella le explicó lo sucedido a su padre, el rey. El rey le dijo a su hija que se tenía que casar con Jaime, su salvador, y así fue: la princesa se casó con Jaime y los dos fueron muy felices.
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