Cuando abrí el maletero para meter el carro de mi hermano el perro se metió sin que me diera cuenta. Cuando llegué a mi casa me puse a sacar el carro del maletero. El perro saltó encima mía para jugar. Mi madre se asustó y yo le dije que no pasaba nada, que era muy bueno. Allí nos pusimos a jugar en mi casa con él.
Le pregunté a mi madre que si me lo podía quedar. Ella me dijo que no y se lo tuve que dar a a mi prima como regalo de cumpleaños. A ella le gustó mucho y cuando voy a su casa parece que el perro es mio más que suyo porque el perro está todo el rato que estoy allí conmigo, pegado, sin separarse. Cuando me voy a a mi casa se pone a llorar y a mí me da mucha pena porque es muy pequeño. Desde entonces lo llamo juguetón.
Elaborado por Sandra Sánchez Moreno
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