Entonces se dio cuenta de que según lo que tocaba se convertía en lo que estaba relacionado. Ese día se convirtió en payaso; no se atrevía a salir a la calle porque temía que se rieran de ella. Después de una horas llamaron a su casa, y no se atrevía a abrir. Entonces dijo:
- ¿Diga?
- Hola, soy el príncipe. ¿Me puedes abrir?
- No, lo siento, estoy ocupada
- Y ¿cuando puedo hablar contigo?
- Es que....
Entonces abrió la puerta y lo metió corriendo para que no lo viera nadie. El príncipe no pudo aguantar la risa y se río. Entonces la princesa le contó lo que pasaba y el príncipe dijo:
- Lo que quería decirte es que mi hermano va a cumplir cinco años y... Bueno, que necesitamos payasos.
- ¡No te rías! ¡Vete de mi casa ahora mismo!
- Perdóname, es que me encantan los payasos.
Entonces lo echó de su casa.
Elaborado por Alba del Pino
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