Al día siguiente fui de nuevo a casa de Pablo, pero ni a él ni a mí se nos había ocurrido nada. De repente tocaron a la puerta y entró un hombre muy raro, nos dijo que guardáramos un papel y que no lo miráramos.
Como él dijo no lo abrimos, pero ni Pablo ni yo nos resistimos a la tentación y al rato lo abrimos. Pero de repente me desperté, gracias a Pablo.
Era todo un sueño que nos hizo pasar un mal rato pero lo bueno de lo que nos pasó fue que tuvimos una buena historia para el colegio.
Elaborado por Paúl Walter
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