-Que raro – dijo.
Pero bueno, aun así lo cogió y se lo llevó metido en su bolsa de exploración. Al día siguiente la niña se puso a observarlo en su habitación hasta que sintió un pequeño golpeteo como cuando golpeas una mesa con tu puño. Cuando se puso a pensar qué sería cayó en la cuenta de que era su amiga Clara que subía las escaleras a ver qué hacía.
-Hola – dijo alegre la niña.
-Hola – respondió preguntándose a la vez que haría ella allí.
-Mi madre ha venido a ver a la tuya y tu madre me ha dicho que suba.
-Ah, vale. Pasa.
Clara no había podido quitar la vista del bastón que su amiga tenía en la mano. Entonces le preguntó:
-¿Qué es eso?
-Me lo encontré en el bosque, ¿ por qué?
-No, solo quería saberlo; es algo raro.
-Ya lo sé, pero estoy investigando a ver para qué sirve.
-Déjame que lo vea.
Al tocarlo, las dos se transportaron a un mundo extraño, es decir, a nuestros tiempos. Aparecieron en una ciudad enorme pero ¡ el bastón! Necesitaban encontrarlo para volver a casa. Al cabo de los días se encontraron con un mercader que tenía el bastón. Estaba a punto de vendérselo a una mujer coleccionista de objetos extraños. Las dos niñas se aproximaron al mercader y le ofrecieron el doble para ver si el hombre se lo vendía y él aceptó. Se pusieron muy contentas y volvieron a casa.
Elaborado por Inés Rodríguez
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