28 de septiembre de 2010

LA SORPRESA DEL CÉSPED

El verano pasado montamos la piscina, como siempre, para poder pasar el verano un poco más fresco. Siempre la poníamos en un rincón del patio, donde no daba mucho el sol, por lo que el agua solía estar fresca. Pero el fondo se pinchó de un modo misterioso y decidimos comprar uno más bueno. Pero eso no fue lo único, también decidimos cambiarla al césped. Todo iba fenomenal, el agua estaba caliente y el patio se había quedado despejado.

Un día, cuando  volvíamos de Málaga de ver a unos amigos, estábamos tan tan cansados que ni siquiera queríamos salir del coche. Pero claro, tuvimos que hacerlo cuando llegamos a casa. No nos lo pensamos y nos fuimos muy lentamente a la cama. Nos dormimos tan rápido que, cuando apagó las luces mi hermana, empezamos a roncar como lirones medio muertos. A la mañana siguiente las voces de mis padres me despertaron, yo por supuesto me levanté lo más rápido posible, bajé las escaleras lo más rápido que pude y me dirigí a la cocina para ver lo que ocurría. Desde la ventana vi el plástico de la piscina agujereado por el césped: el césped había crecido una barbaridad y lo había atravesado por muchos sitios. Desayuné rápidamente para ver, después, de cerca los pinchazos. Me fui a descansar, pero cuando me levanté vi que estaban quitando la piscina. Mi padre me dijo que ese verano ya no iban a comprar otro fondo. Así que ese verano no íbamos a poner la piscina más.

Elaborado por Pedro

No hay comentarios:

Publicar un comentario