24 de mayo de 2012

La mansión de chocolate

Érase una vez un niño que se dirigía al bosque. En  su camino se encontró una mansión de chocolate. El niño fue y se dispuso  a entrar a ella y se encontró a un señor en esa mansión. El chico le preguntó:
-¿Es suya?
Y el señor le respondió:
-Si-

A lo largo de dos horas viendo la casa y hablando con el señor, este le dijo:
-¿No tendrías que irte?
-Si- respondió el chico.
-Sabrás que mañana hay un concurso, ven y te divertirás.
-Vale -respondió el chico.

A la mañana siguiente el chico volvió a la casa y había cinco chicos aparte de él. Primero fueron a ver la sala de chocolate, uno de los chicos se lo empezó a comer y se quedó atrapado en un tubo de chocolate. Después fueron a una sala repleta de comida. Una de las chicas se  lo comió entero y se infló y se infló como un balón, y hubo que desinflarla.

Después fueron a una sala que había muchos conejos que estaban cogiendo zanahorias y una de las chicas quería coger una. Los conejos se enfadaron al ver que estaba cogiendo una zanahoria y se la llevaron a su bosque.

Después fueron a ver una sala un poco extraña; era una especie de universo comestible, él quería comerse unas chuchería que parecía una farola y le tiró un bocado y dijo:
-¡Qué asco, sabe a metal!
Después vio una casa y entró en ella para comérsela y se quedó encerrado en ella. Después se acabó el recorrido, y el chico salió disparado como en un cohete y le preguntó:
-Te gustaría quedarte con mi  mansión?
Y el chico le respondió:
-No, es suya, quédesela usted.
El señor preguntó:
-¿Por qué?
El chico respondió:
-Porque a mí me gusta estar con mi familia.

Elaborado por Alberto Sugeros

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